martes, 7 de junio de 2011

¿QUÉ ES LA FIESTA DE PENTECOSTÉS?


«Los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios»

Rm. 8, 14

La fiesta de pentecostés originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv. 23: 15-21; Dt. 1: 69). Las siete semanas representaban cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex. 34: 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.

Es en este marco de esta fiesta judía, que el autor del libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch. 2: 1.4). Es a partir de este gran acontecimiento, Pentecostés se convertiría también en la fiesta cristiana de gran trascendencia (Hch. 20: 16; 1 Cor. 1: 68).

Sin embargo, PENTECOSTÉS, es algo más que la venida del espíritu. La fiesta de Pentecostés es una de las celebraciones más importantes del calendario litúrgico, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.

Hay que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.

Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.

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